09 Ene Una experta rusa asegura que el intestino es «nuestro segundo cerebro» | Diario de Navarra
Una experta rusa asegura que el intestino es «nuestro segundo cerebro» | Diario de Navarra
Compartimos un articulo muy interesante de una experta rusa la doctora rusa Irina Matveikova que nos habla de una estrecha relación entre los trastornos emocionales y mentales y los problemas digestivos.
Un ‘nudo’ en el estómago tras una discusión con los hijos o una diarrea antes de un examen. El intestino es nuestro ‘segundo cerebro’ y nuestras emociones pasan por él. Así lo explicó la médico rusa Irina Matveikova en un congreso en Pamplona.
La doctora rusa Irina Matveikova, que vive y trabaja en Madrid, en el Colegio de Médicos de Pamplona.
Impartió una conferencia en el congreso de Educación emocional organizado por Padres Formados.¿Quién no ha sentido un ‘nudo’ en el estómago tras una discusión con los hijos, la pareja o el jefe? ¿O unas ganas tremendas de ir al baño y sufrir descomposición antes de hacer un examen o asistir a una importante reunión en la empresa? ¿O un mal humor tremendo porque hace días que sufre estreñimiento y se siente ‘hinchado’? El intestino es “nuestro segundo cerebro” y no es una metáfora. “No es glamuroso hablar de estos temas pero se ha descubierto que dentro de nuestras entrañas tenemos un cerebro y una red muy inteligente de neuronas, idénticas a las cerebrales. Por eso, emoción y digestión van unidas”. Así de tajante se explica la doctora Irina Matveikova. Nacida en Rusia hace 50 años, médico de familia, especialista en endocrinología y nutrición clínica, ejerce desde hace quince en el Hospital Nisa Pardo de Aravaca (centro público) y en una clínica privada, ambos en Madrid. Autora del best seller Inteligencia digestiva. Una visión holística (del conjunto del cuerpo) de tu segundo cerebro (la Esfera de los libros, traducido a seis idiomas) y otros títulos, como La inteligencia digestiva para niños o Salud pura, pronunció recientemente una conferencia en Pamplona. Lo hizo en el Colegio de Médicos de Pamplona, en el II Congreso de Educación Emocional, organizado por el equipo de ‘Padres Formados’, y al que asistieron más de 250 personas.
¿Cómo es eso de que en nuestras ‘tripas’ tenemos un cerebro?
El tubo digestivo mide doce metros de largo y, si lo abriéramos en dos dimensiones, veríamos un campo de fútbol de 300 metros cuadrados escondidos en las entrañas Y ese tubo es un centro de inteligencia que nos suministra la vida; hay una red muy inteligente de neuronas idénticas a las cerebrales. De hecho, el 90% de la serotonina (la llamada hormona de la felicidad) se produce en el intestino delgado. Todas nuestras necesidades (los movimientos intestinales, la memoria, el sueño, la vigilia…) dependen de ella. Y los dos cerebros están conectados. Si estamos estresados, nos duele el estómago; y si sufrimos una mala digestión (ardor de estómago, estreñimiento), estamos irritables. La relación entre el sistema digestivo y el sistema nervioso central se descubrió de manera científica en 1999.Usted insiste en que ese intestino tan ‘inteligente’ alberga dos kilos de bacterias…
No podríamos vivir sin bacterias. Nos curan pero también nos hacen daño. Y son importantes desde el momento de nacer.¿Cómo nos benefician?
El bebé, al pasar por el canal del parto, entra en contacto con las bacterias de la madre que le van a ayudar a inmunizarse. Además, durante el último trimestre de embarazo, más de 500 bacterias viajan desde el intestino hasta los conductos mamarios para que el niño las tome en la leche. Por eso, los bebés que nacen por cesárea (y en España el 30% de los partos son por esta vía) y los que no toman pecho son más frágiles. Son más propensos a sufrir alergias, asma, intolerancias alimentarias, pieles atópicas… En Estados Unidos y en Costa Rica se está aplicando un método sencillo para inmunizar a los niños que nacen por cesárea; consiste en aplicar una gasa estéril por la vagina de la madre y después, por la carita del niño. Es algo sencillo y que no cuesta dinero. A los niños nacidos por cesárea habría, además, que suministrarles algún probióticos (alimento que contiene bacterias vivas y potencia el sistema inmunológico).Hablaba también del abuso de los antibióticos en los niños…
Hace poco, vi en mi consulta a un niño de 4 años que había tomado ¡dieciséis ciclos de amoxicilina! por otitis y amigdalitis recurrentes. ¡Es una barbaridad! Habría que cambiar el tipo de antibiótico porque, si se receta siempre el mismo, el cuerpo se hace resistente y no surte efecto. Además, habría que esperar dos o tres días antes de recetar un antibiótico, hacer un cultivo y ver si lo que está produciendo esa fiebre es un virus o una bacteria. ¡Ningún antibiótico mata a los virus!Además, los antibióticos muchas veces provocan diarrea en los niños (y los adultos). Se dice que ‘barren’ la flora intestinal…
Pero eso no ocurriría si se tomara el antibiótico y, a la vez, el probiótico. Es un asunto de educación y la gente debería saberlo. Después de tratada esa infección, hay que mantener la flora con los bífidus de los yogures.OBSESIÓN POR LA HIGIENE
Dice que no tenemos que obsesionarnos con la higiene…
En los últimos años se está investigando sobre la inteligencia bacteriana (el macrobiota humano) y se ha descubierto que el 70% de nuestro cuerpo son bacterias y solo el 30%, es humano. Cuanta más información sobre bacterias reciba el niño en los tres primeros años de vida, más sano estará física y emocionalmente. Se ha demostrado que los niños de campo, que están en contacto con animales, son más sanos que los que han vivido en una burbuja. No hace falta esterilizar los biberones de bebés ni castigar a los niños por no lavarse las manos.En el caso de los niños, habla de una estrecha relación entre los trastornos emocionales y mentales y los problemas digestivos.
No se sabe qué es primero, si el huevo o la gallina, pero lo cierto es que el 90% de los niños que sufren trastornos mentales (déficit de atención, hiperactividad…) o neurológicos (trastornos del espectro autista…) tienen problemas digestivos. Cuando se dan estos diagnósticos rara vez se mira alrededor pero yo recomendaría a los padres que pidan un análisis de sangre completo para sus hijos. Quizá ahí se vea que tienen problemas de tiroides, de azúcar… y eso afecta a su ánimo. El análisis de sangre nos daría una pista para completar el tratamiento que lleven esos niños con una dieta o con suplementos de omega tres, vitaminas, minerales… Se ve que mejoran mucho. También se ha observado que algunos niños sufren el Síndrome del Intestino Permeable, por el que algunas bacterias pasan a la sangre. Y esa es la razón número uno por la que los niños sufren autismo y se aíslan.“No hay que aceptar el estreñimiento. Se cura”El 15% de la población adulta (sobre todo, mujeres) sufre el síndrome del intestino irritable (cólicos, diarreas, estreñimiento…) ¿A qué se debe?
Por desgracia, es una cifra muy elevada. Y hay una gran relación entre la emoción, el estrés y estos problemas digestivos. Hay que tratarlos desde un punto de vista físico pero también psicológico. Se mejora.¿Y se llega a curar?
Sí y esto hay que dejarlo muy claro. Hay gente que no toma picante o chuletón porque asume que tiene el ‘estómago’ delicado y no es así. Quizá pueda tener mayor sensibilidad a algunos alimentos pero casi todos podemos comer de todos.¿Qué pasa con el estreñimiento? Mucha gente lo sufre de manera crónica…
¡Pero no se puede aceptar! Se ha observado que las personas con estreñimiento crónico son muy irritables, rígidas en sus ideas y de convivencia difícil. Este problema influye incluso en el rendimiento laboral. Son personas que no saben delegar, relajarse, tienen a la hipocondría, la depresión y pueden sufrir ataques de ansiedad. Los tratamientos naturales con probióticos (bacterias vivas) y una alimentación corregida son clave para curarlos.Para todos estos procesos, los médicos deberían mirar al paciente como un todo…
En eso consiste la medicina holística. Los médicos están muy especializados pero no explorar al paciente en su conjunto.
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